mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

viernes, 4 de mayo de 2012

EXQUISITOS (y palabras para MADRES)

Su nombre lo dice: están exquisitos.
Hoy os dejo unos dulces que a mamá le encantaban. Y unas palabras de Aurelio González Ovies, para todas las madres, publicadas en La Nueva España el jueves 3 de mayo. Espero que os presten las dos cosas.



Madres
Loa a las abnegadas mujeres que nos traen al mundo.
Son fuentes encendidas en las noches cerradas. Son fuerza, escudo, aljaba, desprendimiento, abrazo. Son todo lo que somos, más lo que no han podido. Todo lo que aún contienen, más todo lo que dieron. Son ángel, persistencia, gratitud y claror. Son parte de la vida, como la lluvia, el árbol, proclives al amor y a eternos sacrificios. Son báculo y promesa, destello, calma, arresto. Son rumbo hacia nosotros, desinterés, belleza, con manos de torrente y raza de camino. Son flor en pleno invierno, capacidad, alcance. Son llama, intensidad, coraje y sutileza, con alma en vez de piel y trazo de cariño.
Y manejan los hilos de la perseverancia, los atriles azules de los cielos inmensos. Llenan la soledad de música y ternura, nos tejen primavera con el grosor del río. Pulimentan el hambre y atajan las penurias. Desintegran los trazos del dolor más profundo. Localizan desánimos e inquietudes y ahogos. Nos rebajan el ancho de daño y cicatrices. Desprenden el aroma de los días hermosos. Comparten con el fuego un origen divino. Esperan lealmente sin prisas ni cuestiones. Vislumbran con los ojos lo que no habla el lenguaje. Conservan los secretos con el rigor más íntimo. Nos ahuyentan los miedos gigantes de la infancia. Nos moldean palabras, allanan altibajos. Nos temperan el llanto. Nos ceden el respiro.

Estas rosas eran las preferidas de nuestra madre, de su jardín.

Un poema a todas
las madres que existen,
a las que nos peinan
y a las que nos visten.
Un poema a todas
las madres del mundo
porque hacen milagros
de un guisante crudo.
A las que aunque estén
con fiebre y anginas,
nos fríen abrazos
y asan sonrisas.
A las que de siempre
nos quieren ya tanto
que rebozan sueños
mientras tragan llanto.
A las que del pez 
fiero de la vida
nos sacan la carne
y comen la espina.
A las que envejecen 
con grietas y grumos
de exprimirse a diario
para hacernos zumos.
A las que ya están
 sobre nuestra cuna
borrando la noche
 y pintando lunas.

A las que nos cubren,
defienden y abrazan
incluso si duermen,
incluso si faltan.
A las que los años
casi se les pasan
entre planchar fuerzas
y limpiar la casa.
Un poema a todas
estas siemprevivas
que sirven de fuelle
 y aguantan de viga.
Un gracias a todas
 estas madres nuestras
que son cocineras,
modistas, maestras;
y adornan bizcochos
o administran cuentas
y trenzan toquillas
o zurcen sorpresas.
A las que aún están
o ya son estrellas.



El azúcar aún está caliente
Para 12 exquisitos, necesitamos


Para la masa

  • 500 gramos de harina de repostería
  • 2 huevos
  • 200 gramos de azúcar glass
  • 125 gramos de mantequilla a temperatura ambiente, troceada
  • 150 gramos de margarina a temperatura ambiente
  • 50 ml de vino blanco de buena calidad
Para el relleno
  • 125 gramos de azúcar
  • 125 gramos de almendra molida
  • 1 huevo
Para el glaseado
  • 200 gramos de azúcar glass
  • dos cucharadas de agua caliente
Elaboración
En un bol ponemos la harina tamizada,  hacemos un hueco en el centro y añadimos el resto de ingredientes. Amasamos hasta conseguir una masa que no se pegue a los dedos. La extendemos con el rodillo, sobre la superficie de trabajo ligeramente enharinada, hasta dejarla de medio centímetro de espesor. (No necesita reposo). Con un cortapastas redondo, de 8 centímetros de diámetro, vamos cortando.
                       
Una vez que tengamos cortada toda la pasta, hacemos el relleno, mezclando los ingredientes, hasta que se unan bien.
Colocamos una cucharadina de relleno en el centro de cada círculo de masa. Pintamos con agua alrededor y doblamos como si fuésemos a preparar una empanadilla. Presionamos para que se pegue bien la masa y con la palma de la mano golpeamos en el centro de la misma para hundirla un poco por la parte central.
En ese huequín que nos queda, ponemos un poco de relleno (la receta no lo manda poner, pero  yo se  lo pongo).  Sobre el relleno pegamos otra empanadilla, de manera que nos quede en forma de aspa. Presionamos para que se unan bien. Ponemos a cocer en horno que ya habremos precalentado a 180º, yo los pongo por arriba y por abajo, en la parte central del horno.(Utilicé el horno de Lidl, el último que sacaron que lleva aire incorporado)
En unos 20, 25 minutos están. Los dejamos enfriar bien, sobre una rejilla. Hay que tener cuidado al manipularlos en caliente, quedan bastante blandinos. Una vez fríos endurecen. Preparamos el glaseado mezclando el azúcar glass tamizado con el agua caliente. Lo dejamos caer sobre los exquisitos, puestos en una rejilla, así aprovechamos el azúcar que sobre, colándolo.
Dejamos que se enfríe el azúcar y listos.
Quedan como una galleta crujiente por afuera y el interior más blandín, con el rico sabor de la almendra.
LE DOY LAS GRACIAS A MI AMIGA ANUN, ELLA FUE LA QUE ME PROPORCIONÓ LA RECETA, DE UN CURSO AL QUE ASISTIÓ IMPARTIDO POR EL PERSONAL DE UNA REPUTADA PASTELERA DE AVILÉS. GRACIAS, AMIGUINA.


¡¡¡QUE VOS PRESTEN Y UN FELIZ DÍA DE LA MADRE A TODAS!!!