mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

viernes, 8 de junio de 2012

SUSPIROS DE PAJARES

En un suspiro desaparecen, jeje.
Otra receta de Anun, de su curso de pastelería. En casa este tipo de pastas tan pronto las hago, desaparecen volando del plato. Son una delicia, con ese intenso sabor a mantequina, tan suaves y crujientes... Y más rápidas y fáciles, imposible. Una cosa sí que hay que tener en cuenta, la calidad de la mantequilla. A mejor calidad, mejores resultados, pues en el sabor sí que se nota mucho este detalle. En mi caso tuve la suerte de tener manteca de leche de vaca recién ordeñada, regalo de mi prima, y quedaron ricas riquísimas.
Hay muchas recetas de estas pastinas, todas muy buenas, a ver qué os parecen éstas.


Os dejo otro poema de A. G. Ovies


Siempre traían sombrilla
y maletas y perchas y los coches
muy limpios.
Veraneantes puntuales como junio.
Entraban en la casa, abrían
los balcones,
sacudían las colchas
y enseguida se iban a tomar el vermú
con un aperitivo
                               -qué palabras más raras-
y a jugar al parchís, a la sombra,
debajo de la parra.
Los muchachos comían, ansiosos,
gran parte de los días
en mi casa,
preguntando por qué había tanta fruta
en nuestra mesa
y potas con comida,
si mi padre era un simple
conductor
del camión de la basura.
                     - Y a mí qué me importaba!-.
A finales de agosto, 
a mi madre le daban muchas veces
las gracias.
Un año me dejaron el pájaro
y la jaula.

El pueblo oscurecía muy temprano
y caía la lluvia.
Desprendía su humo la tristeza.
Calor. Tierra mojada.

Al alejarse, las bacas de los coches
apiladas de bultos y de magia.


Me quedaba el invierno.

Para los suspiros, unos 30, necesitamos
  • 250 gramos de manteca cocida, templada
  • 75 gramos de azúcar
  • 1 huevo entero, pequeño
  • 300 gramos de harina de repostería
  • 50 gramos de almendra molida.
Elaboración
Unimos bien la manteca cocida, un poco templada, con el azúcar. Añadimos poco a poco el huevo batido. Removemos bien y vamos echando la harina tamizada, también poco a poco.
Por último incorporamos la almendra y mezclamos bien. A mí me quedó la masa bien, pero si el huevo es un poco grande, se añade un poco más de harina. Tiene que quedarnos una masa blandina, pero que se separa perfectamente del bol. Hacemos unas bolinas del tamaño de una ciruela claudia, más o menos. ( Si se bolea bien la masa en la mano, no quedan estas estrías que me quedaron en algunas en los bordes, no me pasará más, jeje)  Las ponemos, bien separadas, en una placa de horno forrada con papel. Las aplastamos un poco con la mano.
Espolvoreamos con azúcar. (También se puede dejar el azúcar para espolvorearlas inmediatamente después de sacarlas del horno). Se cuecen en horno precalentado a 180º. Unos 12 minutos. Es importante que las separéis bien. Yo las cocí con aire por arriba y por abajo, en la parte baja del horno.
La primera hornada las dejé un poco juntas y se pegaron. Otra hornada las dejé un poco más de tiempo, pero nos gustan más menos doradas, se aprecia mejor el sabor de la mantequilla. Se dejan enfriar sobre el,papel de horno, en una rejilla. IMPORTANTE, dejarlas enfriar del todo, son muy frágiles y si se manipulan en caliente se rompen.
Y ya me diréis cuánto suspiráis al terminarlas, jeje!!!


¡¡¡BUEN PROVECHO!!!!