mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

domingo, 20 de enero de 2013

PASTEL DE ALMENDRA CON GALLETAS, DE MELINA



Delicioso y fácil.
Van ya unos meses desde que empezamos unas cuantas amigas unos cursos de manualidades. Lo pasamos muy bien, aprendemos muchas técnicas y merendamos. Cada tarde una de nosotras lleva el dulce. Melina nos regaló "les delicioses casadielles" que ya publiqué y hace unas semanas elaboró este pastel que nos gustó mucho. Lourdes también preparó una tarta muy rica que hacen en su pueblo, Villa Manín, en León. También tengo la receta y os diré como se hace, está muy rica. Hoy, publico este  pastel, bizcocho o tarta, la verdad es que no se denominarlo acertadamente. Tiene la textura de un bizcocho, el sabor de la tarta de almendra y la consistencia de los pasteles de frutos secos. Se prepara con facilidad, pero no hay que desesperar con la cocción, que ha de ir muy despacio y a fuego bajo, pues se quemaría de no hacerlo así. Merece la pena disfrutar de este sabor, os aconsejo que lo preparéis, seguro que no os defraudará.

`Con la luz de mi cocina´, en este mes, hace dos años, empezó su andadura... Gracias a todos los que hacéis posible que siga adelante.

Un texto de A. González Ovies, nuestras vivencias marineras:
Foto gentileza de Bárbara García, Bárbara el Pinto. (Gracias, guapa.)

Cuanto más ronque la mar, más cherva arranca. Es época de lluvia y noches de galerna. Pero eso no impide que madruguemos mucho, desayunemos rápido y bajemos de prisa hasta la playa, porque ya está bajando la marea. Llevo la ropa de aguas y debajo un jersey y unas botas de goma y calcetines gordos. Hace frío, yo casi no lo noto. Con los guantes evito que me rajen las manos y se llenen de grietas. Algunos marineros nos dan los buenos días. Las cinco menos cuarto. A pesar de las nubes y del sueño que arrastro, se ve bastante bien, no hace falta encender ni la linterna.

La gente está metida en la mar, con el agua hasta el cuello. Remolcan con los trueles enormes lo que atrapan y lo echan en la arena. Una voz nos avisa de las olas furiosas, cada tres entra una gigante y peligrosa. La resaca es terrible y nos arrolla a todos y nos quita la cherva. La mar es muy traidora, siempre lo dicen todos. No hay que darle la espalda ni perderla de vista. Gritos, nombres, carreras. A trancas y a barrancas, encharcados, alcanzamos la orilla. Ahora sí que retiemblo, los huesos se me hielan. Mientras se calma un poco vamos a los montones que quedaron en seco y escogemos lo bueno, quitamos las malezas. Cuidado con las palas de dientes, que son muchas. De nuevo lo apilamos y cada cual lo marca de algún modo, con un trozo de plástico, con un palo o un trapo o unas piedras.

Empieza a amanecer. A lo lejos alumbran las luces de los barcos. Quién pudiera ir en ellos hasta el último océano, hasta el fin de la Tierra. Hay un tufo a carnada y a pez muerto. Huele mejor el ocle, a vida muy antigua, a sal muy fresca. Encuentro entre las algas las cosas más extrañas, lo mismo que en la rucha: anzuelos enrollados en marañas de tanza, frascos de medicinas, jibias, conchas, zapatos, botellas extranjeras. Me entretengo leyendo las palabras tan largas. ¿Desde dónde vendrán, de qué parte del mundo? No me puedo parar. Enseguida debemos subir todos los sacos, acantilado arriba. Eso sí que es trabajo y que me da pereza. La espalda chorreando, la cerviz oprimida, los hombros destrozados, las piernas que flaquean. Pero no hay vuelta de hoja. Que esto saca de apuros. En la otra temporada vendimos muchos kilos y compramos la radio y pagamos a plazos la nevera.
(La Nueva España, 16-01-2013).



Para el pastel de almendra y galletas, necesitamos:

  • 250 gramos de galletas hojaldradas, trituradas
  • 250 gramos de mantequilla a punto de pomada
  • 400 gramos de azúcar
  • 5 huevos grandes
  • 250 gramos de almendra molida
  • 1 sobre de lavadura tipo Royal
Para decorar, optativo, Melina le puso azúcar glas:
  • almendra en granillo o azúcar glas
  • gelatina de manzana 
Elaboración:

Trituramos las galletas con la picadora o en un robot.(También aplastándolas con un rodillo de amasar sobre un papel de horno). Reservamos.
 Mezclamos bien la mantequilla a punto pomada con el azúcar y vamos añadiendo los huevos de 1 en 1. Es muy importante no poner todos a la vez, para que se vayan integrando perfectamente. Mezclamos las galletas molidas con la almendra y la levadura y lo incorporamos, de poco en poco, al conjunto.
Nos queda una mezcla cremosa. Aconsejo que mezcléis en un bol grande, es bastante masa, yo necesité cambiar a otro mayor.
Ponemos en un molde con papel en el fondo, a ser posible desmontable y bien engrasado. Si pretendemos decorar con almendra en granillo, se la ponemos, repartida, por arriba.(Si queremos terminar con azúcar glas, esperamos a que esté cocida y bien fría).
Cocemos en horno precalentado a una temperatura baja, en mi horno, con aire a 140º. Tarda unos 50 minutos en cocer.
Sacamos del horno y colocamos sobre rejilla. Esperamos a que se temple para quitarle el aro exterior. (Si el molde no es desmontable, esperamos a que se enfríe). Dejamos que se enfríe y lo desprendemos del papel de abajo.
Si le ponemos gelatina de manzana, la calentamos bien y la dejamos caer por arriba del pastel.
Un rico pastel para cualquier celebración, si os gusta los pasteles de almendra, éste os encantará.


Os invito a que lo preparéis, está muy rico, riquísimo.
¡A ver si vos presta!