mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

domingo, 22 de febrero de 2015

VERDINES CON MARISCO



'Otru platín' con un toque marinero. Se puede preparar con fabes de la granja, las clásicas de la fabada asturiana. Este tipo de fabes por nuestra zona ni se conoce ni se cultiva mucho de momento, pero en los últimos años son muy populares en nuestra gastronomía. Hay que innovar que es lo mismo que experimentar: es como se aprende. Gracias a mi amiga Tere, que nos las regaló. Van por ella y los suyos.

Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España

PUESTA AL DÍA, A. G. Ovies

Carta a los padres ausentes

Padres míos: aquí no cambia nada, más que la luz del mar, la noche, el clima, el cielo o el mes o la semana. Está un poco peor que cuando os marchasteis, por mucho que nos digan que vamos hacia arriba, levantando cabeza, subiendo en estadísticas, superando barreras. Es todo una patraña. Es todo una mentira disfrazada de azúcar como cuando a los niños los complacen y arrullan con un cuento de hadas. Es una argucia, todo. Porque nadie está a gusto con cómo nos dirigen. Nadie está satisfecho ni de su día a día ni de su porvenir ni de cuanto le timan con impuestos, recibos, diezmos y otras metáforas. Nadie encuentra salida a los muchos problemas que invaden cada hogar ni a las muchas angustias con las que dan de frente tan pronto se despiertan, nada más se levantan.

Aquí no cambia nada. Siguen las calles llenas de indigentes que piden para un pan, una sopa. Y por cualquier esquina suplicantes que escriben su penuria en cartones o en un trozo de sábana. Siguen durmiendo cientos de miles de personas en cajeros y en parques sin más abrigo encima que el rocío que baja a lavar las mañanas. Siguen los niños huérfanos apilados en centros y los que los desean impedidos por trámites y lucro y burocracias. Y sigue habiendo hambre, cuando afirman que somos más ricos cada año. Y sigue la miseria produciendo patronos. Y siguen los conflictos. Y siguen las matanzas.

No hay más que desazón en muchos corazones, desahucios y embargos, opresión y amargura, negativas y alarmas. No hay más que poderosos que se apropian del bien ajeno y limpio. No hay más que iniquidad por parte de los que, igual que hacen la ley, manipulan la trampa. Y despidos y quiebras, falaces reajustes, balances trastocados. Y cada vez más jóvenes se van a otros países a infravalorarse. Y cada vez más débiles recalan en las playas.


Aquí no cambió nada. Continúa el obrero escalando el andamio. Y los desatendidos persistiendo en su lucha. Y los abusadores engrosando su saca. Permanece el enfermo en su lista de espera. Y algunos inocentes en la celda que ocupan en nombre de los tantos que nos hunden y estafan. Es todo lo que existe, tal como lo dejasteis. Tan solo brota, ahora, prematuro, el saúco. Y las tardes ya empiezan a oler a primavera; y aunque llueva y la nieve persevere en las cumbres, son un poco más largas.

lunes, 2 de febrero de 2015

FIDEOS CON MARISCO


¡¡¡FELICES FIESTAS DEL SOCORRO!!!
Otro año más las fiestas de Socorro dejan en Luanco ese sentimiento solidario de pueblo marinero y apegado a sus tradiciones. A través de diferentes actos, las asociaciones ponen todo su empeño y corazón para que quienes se acerquen al pueblo en estos días se marchen con buen sabor de boca. Desde el pregón, bonito y emocionante de Rocío, que abre los festejos, hasta el último volador... Esperemos que el temporal no juegue una mala pasada y todo brille como se merece.

Con ese propósito os dejo estos fideos con marisco, para que los preparéis sin dificultad alguna y comprobéis qué llenos de sabor. A nuestro padre le encantaban los fideos con "cualquier cosa"... Con marisco, muy ricos. A ver si os gustan, si bien, en Luanco, las cocinas olerán a rica e inigualable caldeada.


Un texto de A. G. Ovies, a nuestro padre, marinero de tierra, enamorado de la mar y los pedreos...




A mi padre, in memoriam

Llegó la hora. Para un final, cada día es temprano. Pero se acabó el tiempo de contemplar la mar desde tu casa y podar el saúco y hablar al horizonte. Se terminó la edad de barruntar la lluvia y la tormenta. De adivinar la ruta de los barcos. Se acabaron las noches de luna en E l Requexu. Y las limpias mañanas entre los castañedos y la húmeda quietud de Manzaneda.
No habrá más ocasión de recorrer, en vida, las costas ni los montes. Ni de otear el cabo, la rampa, ni el pedrero. Ni de prever bonanza ni resaca. Ni los bancos plateados de peces que cruzaban las tardes del verano y de la primavera. Se terminó tu estancia inesperadamente.Te llamaron, de pronto. Sin duda fue tu Luz, que ya tendrá dispuesto el cielo que os toca y ya habrá abrillantado el cerco de tu estrella.
Llega ahora el encuentro con la nada habitual y los espacios huérfanos y los jerséis dolidos en los armarios pálidos y las sillas desiertas. Ahora, la realidad punzante de la muerte, la ausencia que desprenden sus años posteriores. Y el silencio forzoso de todo tu utillaje y tus perros de caza y tus cañas de pesca. Llega la soledad con sus formas escuálidas, con su separación definitiva. Y la aflicción y el vértigo. Inexorablemente, llegan.
Te llamarán de tarde en tarde las gaviotas que anidan, al norte de tu norte, en La Gaviera. Y encallará en Llumeres otro vacío nuevo, otra distancia más junto al muelle gastado, junto al camino hendido, junto a las lanchas yertas. Te recordaré siempre, los domingos, temprano, con tu ropa de aguas y tu pelo ya blanco.
Te recordaré siempre, detrás de mí, agarrándome, enseñándome a andar en bicicleta. Te recordaré siempre conduciendo el camión, con litera y con claxon y almanaque, en el que me llevabas a aquellos viajes largos por largas carreteras.
Descansa en paz. No te faltó de nada. Eso es lo más grandioso que un ser humano otea al despedirse. Jamás te negaríamos aquello que pidieras. Unas manos queridas te labraron un reino de calor y cariño, de cuidado y de gozo, de respeto y de amparo. Es lo más hermoso que un alma puede ansiar, aquí, en la tierra.
Descansa en paz y elévate a los altos dominios. Vete en busca de ella. Y bendecidnos siempre, protegednos a todos desde el eterno azul, sangre de nuestra sangre. ¡Qué expatriación se siente! ¡Qué desarraigo queda!
© Aurelio González