mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

jueves, 25 de octubre de 2012

ROSQUILLAS DE COCO DE LA TÍA SOLEDAD


Originales y deliciosas.
En el dietario de la tía Soledad encuentro algunas recetas sorprendentes. Una de ellas es la de estas rosquillas. La manera de elaborarlas es bien diferente a la tradicional. El resultado: deliciosas. Hace unos días vino nuestro primo Abel y merendó con nosotros. Cuando las puse en la mesa me dijo que el coco no le iba mucho. Le pedí que las probase y no sólo las probó, repitió y varias veces. Quedan ricas, nada empalagosas a pesar de que lo pueda parecer. Cuando mordisqueé la primera, me vinieron a la memoria las rosquillinas blancas de las romerías.
Crujientes por dentro y suaves a la vez.

A ver si os gustan.


De A. G. Ovies
Peñes

(AGO. Cabu Peñes. Agosto de 2010)

Ye too norte. Ye’l norte en puntu. Per au albancia la claridá. Onde la tierra se desvanez y la lluz güel a ocle y sal. Ye fin, principiu. Ye’l cabu’l mundu, l’entamu l’agua. Ye superficie y profundidá. Castru y Gaviera onde les foles cueyen relevu y el nordés xunce les sos dos ales y echa a volar. Ye onde la rosa los vientos brama. Onde la nueche ta siempre encesa y la borrina suel madrugar. Per au traxinen toles vapores, ye per au borien tolos pesqueros y per au pasen dalgunos barcos que yá más nunca vuelven pasar.


Ta ente Verdicio y l'horizonte, camín de Viodo, diendo al Ferreru, cerca Coneo, xunto a Tezán. Au les gaviotes faen los ñeros, onde La Erbosa quedó a suañar. Dende au s’avista la vida entera como un abismu que da a l’océanu, una estayina que va a la mar. Ta ente’l cielu y precipicios, penriba’l Ferre, de Solarriba poco p’allá. Después de Lluanco, frente a Bañugues, per u se crucia pa nengún sitiu, per u se vira pal enxamás. Mui a la vera la llontanza, ta en dirección a la eternidá.


Para 18 rosquillas, necesitamos:

  • 2 cucharadas de azúcar
  • 2 huevos
  • 2 cucharadas de aceite
  • raspadura de 1 limón
  • canela al gusto (una cucharadina de las del café)
  • 50 gramos de coco
  • 250 gramos de harina 
  • 100 gramos de coco, para rebozarlas
Para el almíbar,
  • 200 gramos de agua
  • 100 gramos de azúcar

Batimos los huevos con el azúcar y el aceite hasta que quede espumoso, incorporamos el rallo de limón, la canela y el coco. Mezclamos bien y vamos añadiendo harina poco a poco hasta que nos quede una masa  más bien blandina.

Vamos formando las rosquillas, cogemos porciones de la masa del tamaño de una nuez, boleamos y le hacemos un agujero en el centro con los dedos. Hacemos una rueda.

Ponemos agua en una pota amplia y  la calentamos hasta que hierva. Sumergimos las rosquillas, bajarán al fondo,  y dejamos hasta que suban a la superficie. 

Las vamos colocando sobre papel de cocina, para eliminar el agua. Con un cuchillo bien afilado, le damos un corte alrededor, poco profundo. Calentamos en un cazo aceite y cuando esté caliente, pero a fuego medio, freímos las rosquillas, de pocas en pocas para no enfriar mucho el aceite. 

Las vamos poniendo sobre papel de cocina. Esperamos a que se enfríen. Hacemos el almíbar, mezclando el agua con el azúcar y cuando se reduzca la mitad, apartamos del fuego. Esperamos a que se temple, unos minutos, y calamos bien las rosquillas, sumergiéndolas en el almíbar.

Las vamos colocando en una rejilla. Y seguidamente las rebozamos en coco.

¡¡¡¡Y ya las podemos merendar!!!!
Guardadas en una lata hermética, se conservan unos cuantos días.


¡A por ellas y que os salgan exquisitas!