mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

sábado, 16 de noviembre de 2013

PASTEL DE CALABAZA Y QUESO


A pesar del poco tiempo que le puedo dedicar al blog en estos últimos meses, intento publicar los postres de temporada que, en mi opinión, merecen la pena. Esta vez le toca a la calabaza, pues además está en su mejor momento.
Y hoy, os dejo un pastel estupendo para cualquier celebración. Muy suave y con un aspecto muy apetitoso. La calabaza le da ese tono tan guapo y a quienes no les guste su sabor -sé que a varias amigas no les va- debo deciros que apenas se nota, incluso se aprecian más el resto de ingredientes.

Un poema de A. G. Ovies:
Fisonomía de Occidente
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Mi voz sube al ocaso su mirada.

Mis ojos hoy se posan al poniente.

Mirándote percibo por qué el cielo

derrocha tanta púrpura al perderse.

Belleza que una abuela tiende al verde.

Cordales que amurallan el futuro.

Aspas que roturan el horizonte.

Sendas que peregrinan por las brañas.

Paneras donde curten los anhelos.

Colmenas donde los brezos destilan.

Siluetas de ganado entre la niebla.

Aldeas con carácter de pizarra.               

El corzo joven que olfatea el mundo.

El acebal que no conoce el tiempo.

Parajes donde sólo ha entrado el eco.

Molinos que esperan un grano de agua.

Vegas que no han cansado de su sombra.

Cangas que han renunciado a distanciarse.

Ríos que jamás han retrocedido.

Montañas que nunca dieron la espalda.                   

Minas como mujeres ya maduras.

Viñedos que se trenzan a la vida.

Lagos donde la altura desahoga.

Pantanos donde aún suenan campanas.

Acantilados que bajan al norte.

Poblados que se apiñan en el vértigo.

Poblados con la mar hasta los hombros.

Poblados con los pies sobre las playas.

La luz indiana de la atardecida.

Los monasterios con su gesto lánguido.

La cal viva que viste el cementerio.

El corredor donde airean las sábanas. 

El aroma rural del mediodía.

La plata de los peces en las lonjas.

El volumen tan viejo de los quesos.

La hora lenta en que tornan las lanchas.

Dólmenes con su soledad a cuestas.

Concejos nietos de la artesanía.

La antigua arquitectura de los campos.

El castreño solar de la esperanza.

Qué más puede pedírsele a la tierra,

qué menos esperar de esta vertiente.

Mirándote comprendo por qué el sol

quiso morir a diario en occidente.


(Texto leído en Teatro de Tineo. Noviembre de 2006)

Para el pastel de calabaza y queso, necesitamos:


  • 300 gramos de calabaza, ya cocida y bien escurrida
  • 300 gramos de queso tipo Villalón
  • un bote pequeño de leche condensada
  • 3 huevos
  • 100 gramos de almendra cruda molida
  • gelatina de manzana o mermelada de melocotón, para pincelar por arriba
  • una plancha de hojaldre
Elaboración

Batimos todos los ingredientes en la batidora, menos el hojaldre que colocaremos sobre papel de horno en un molde bajo. Lo pinchamos bien por la base y lo dejamos en el congelador unos minutos, mientras calienta el horno a temperatura máxima. Cuando el horno esté bien caliente, colocamos en la parte del centro y lo dejamos hasta que tenga un bonito color dorado ( si se inflase demasiado, lo aplastamos un poco en caliente). 
Si quedase alguna burbuja, aplastamos con la mano, por la base, esperamos que se enfríe y colocamos la crema de la calabaza y el queso. Volvemos a meter en el horno, que seguirá caliente y lo dejamos cocer. En mi horno, media hora a 220º y un cuarto de hora más a 200º. Por arriba y abajo.
Sacamos del horno, colocamos sobre rejilla y cuando podamos manipular fácilmente el molde, lo quitamos y lo dejamos enfriar por completo. Pincelamos con la gelatina o mermelada. Servimos, yo espolvoreé un poco de canela molida.


Un rico bocado, os sorprenderá, de verdad.
 ¡¡¡A disfrutar, y a ser todo lo felices que podáis!!!