mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

jueves, 7 de noviembre de 2013

PASTEL DE HIGOS Y MANZANA

Dedicada a mi amiga Mariló, en del día de su cumpleaños. Mucha dicha, guapa.
Ya casi se termina la temporada de higos y no quería dejar pasar por alto este pastel. Me parece que es de los de repetir, nada dulzón y, curiosamente, predomina, entre todos, el sabor de la avellana. Muy fácil de hacer y mejor si la dejamos de un día para otro, en la nevera.
Aquí os la dejo, a ver qué os parece.

Estos días, en nuestra región y, en especial, en toda la familia minera, se pudo apreciar la complicidad y la unión ante el dolor por el trágico accidente en el que perdieron la vida varios trabajadores. Me apena, me llega al alma la tristeza y desde aquí mando un abrazo a quienes lloran y sufren por ellos. Estas hermosas palabras de mi amiga María Rosa Serdio, definen perfectamente el sentimiento más profundo. Os las regalo, con su permiso.
 Grande, Rosa, muy grande tu texto y tu persona: 


 NIEVE NEGRA 

Foto: NIEVE NEGRA
Mª Rosa Serdio
Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros.
Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida.
He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación.
He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo.
Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia.
Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros.
Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.
                               


Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros.


Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida.



He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación.

He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo.

Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia.

Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros.

Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.

Mª Rosa Serdio

Para el pastel de higos, necesitamos:

  • 600 gramos de manzana limpia y cortada en trocinos( aproximadamente, 1 kilo)
  • 75 gramos de avellanas tostadas y molidas
  • 75 gramos de almendra molida y tostada
  • 100 gramos de mantequilla
  • 150 gramos de azúcar moreno
  • 4 huevos
  • 225 gramos de harina bizcochona o 225 gramos de harina y dos cucharadas rasas de levadura tipo Royal
  • higos
  • gelatina de manzana para decorar o mermelada de albaricoque, melocotón... 
Elaboración:


Pelamos las manzanas y las picamos en cachinos pequeños. Tostamos la almendra y las avellanas y las molemos después de frías. Ponemos en una sartén la manzana, la mantequilla y el azúcar moreno y dejamos que se vaya friendo la manzana hasta evaporar los líquidos del conjunto. Dejamos enfriar.
Mezclamos la harina de los frutos secos con la manzana. Añadimos los huevos 1 a 1. Ponemos de golpe la harina tamizada.
Mezclamos bien y ponemos en molde forrado con papel de horno. Partimos los higos al medio y decoramos a nuestro gusto. Cocemos en horno precalentado a 180 º, por arriba y por abajo en la parte central, con aire. En mi horno, de sobremesa, tardó en hacerse 3/4 de hora. Pinchamos con una aguja para ver si sale seca.
Dejamos enfriar y pintamos con gelatina de manzana o mermelada de melocotón cocida y pasada por la batidora

Mejor de un día para otro.
Queda una tarta muy suave
¡¡¡Buen provecho!!!