Seguro que en cada casa hay una manera de hacerla diferente. Así era como la hacía mi madre. A mi tía le teníamos que hacer sopina todas las noches, hubiera lo que hubiera para la cena, la sopa no le podía faltar. Y si por ella fuera, todos los días sería de ajo. Le encantaba. Así nos fue aficionando a todos a ser "soperos".
Otras veces le ponía un refritín de jamón. |
- 6 dientes de ajo
- 4 rebanadas de pan del día anterior
- caldo de pollo o de carne
- unas hebras de azafrán
- 2 cucharadas de pimentón
- aceite de oliva
- 2 guindillas pequeñas
- 1 huevo
Ponemos en una olla agua a hervir.
Mientras picamos las rebanadas de pan en trocitos pequeños.
Ponemos un poco de aceite en una sartén y tostamos un poco el pan.
Cuando hierva el agua, añadimos el caldo de pollo y metemos el pan, dejando que cueza un poco. Salamos y ponemos las hebras de azafrán y las guindillas.
Pelamos y picamos los ajos menudos.
En una sartén limpia ponemos aceite a calentar y doramos los ajos. Apartamos del fuego y echamos el pimentón, le damos una vueltas para que se integre bien y lo ponemos en la sopa, colándolo.
Cogemos los ajos del colador y los machacamos bien en un mortero para incorporarlos a la sopa.
Dejamos que hierva el conjunto y con ayuda de una varilla deshacemos un poquitín el pan.
Batimos el huevo y lo añadimos, removiendo fuerte con la varilla, para que quede lo más repartido posible.
Servir muy caliente.
Se puede hacer simplemente con agua, pero con el caldo queda más sabrosa. |