En un suspiro desaparecen, jeje. |
Hay muchas recetas de estas pastinas, todas muy buenas, a ver qué os parecen éstas.
Os dejo otro poema de A. G. Ovies
Siempre traían sombrilla
y maletas y perchas y los coches
muy limpios.
Veraneantes puntuales como junio.
Entraban en la casa, abrían
los balcones,
sacudían las colchas
y enseguida se iban a tomar el vermú
con un aperitivo
-qué palabras más raras-
y a jugar al parchís, a la sombra,
debajo de la parra.
Los muchachos comían, ansiosos,
gran parte de los días
en mi casa,
preguntando por qué había tanta fruta
en nuestra mesa
y potas con comida,
si mi padre era un simple
conductor
del camión de la basura.
- Y a mí qué me importaba!-.
A finales de agosto,
a mi madre le daban muchas veces
las gracias.
Un año me dejaron el pájaro
y la jaula.
El pueblo oscurecía muy temprano
y caía la lluvia.
Desprendía su humo la tristeza.
Calor. Tierra mojada.
Al alejarse, las bacas de los coches
apiladas de bultos y de magia.
Me quedaba el invierno.
Para los suspiros, unos 30, necesitamos
- 250 gramos de manteca cocida, templada
- 75 gramos de azúcar
- 1 huevo entero, pequeño
- 300 gramos de harina de repostería
- 50 gramos de almendra molida.
Elaboración
Unimos bien la manteca cocida, un poco templada, con el azúcar. Añadimos poco a poco el huevo batido. Removemos bien y vamos echando la harina tamizada, también poco a poco. |
Y ya me diréis cuánto suspiráis al terminarlas, jeje!!! |
¡¡¡BUEN PROVECHO!!!!