Se lo dedico a María ( cosicas dulces... y alguna salada) |
Ahora son pocos los marineros que quedan en el pueblo, pero recuerdo cuando era niña muchos `paxos´ con ` folechos´ llenos de `llocántaros´ y `llagostes´ enormes. Brillantes, recién cogidos a la mar, en la costa de Llumeres, y prohibitivos, hasta para quienes hacían la captura... Eran el pan de muchas familias.
A ver si os gusta.
Detalle del marisco. |
Un texto de A. G. Ovies.
Avellaneros y puestos
Aquellos vendedores ambulantes que iban por las romerías cargados de tentadores artículos
Las noches de agosto que mejor recuerdo. El cielo estrellado que apenas se aprecia con tantos chispazos. Banderas y música. Bombillas y bailes. Bengalas y tómbolas. Casetas del tiro. Camiones y chapas. Y el farol de gas del avellanero. Las horas de estío que más echo en falta. Limpias ilusiones que uno va añorando al hacerse viejo.
Pacita y Encarna, sentadas detrás de los molinillos que llevan hincados al borde del cesto. Ramón el de Grao, con su furgoneta. Ellos exponían, un año y otro año, todo lo que uno soñaba en los sueños. Colocaban cajas en medio del prado, en la zona llana, la pequeña mesa, la silla plegable y en un santiamén montaban el puesto. Goxas de avellanas, tostadas y crudas; cartuchos repletos de chufas y pipas, de cuanto existía en el mundo entero: tofes y ronchitos, cigarros, monedas que eran chocolate; regaliz en discos y barras del rojo y barras del negro, limones, naranjas, bolinas de anís de muchos colores dentro de sifones pequeños de plástico, camiones y coches, tractores, muñecos; palomitas, quicos, ganchitos ahumados con tocino y queso; bolsas de rosquillas con granos de sésamo, tetillas de monja, palotes, ositos, manzanas muy dulces cubiertas de escarcha y de caramelo.
Pistolas de corcho y con cartuchera, relojes redondos con brillantes números que alumbran a oscuras y en el minutero tienen animales que pasan calmosos, sin prisa, cual meses largos del invierno, lentos, taciturnos. Paracaidistas, dianas y cariocas, dardos, jabalinas, penachos de indio, cromos de vaqueros. Coches de carrera, cámaras de fotos, tortugas que andan con carretes de hilo, petardos y bombas que estallan muchísimo tan pronto las lanzas fuerte contra el suelo. Gafas y prismáticos que acercan las cosas y las ves de cerca por más que estén lejos. Navajas minúsculas, tiras refrescantes, teles con imágenes de santos y vírgenes, de playas y pueblos; golosinas, porras, bastones que saben a miel y a ciruela; cuernos y colmillos para los llaveros.
Almendras saladas y garrapiñadas, cacahuetes, chicles, flahses derretidos, silbatos de árbitro, guantes de boxeo. Pastillas de leche de burra, bolsas de aceitunas con relleno o hueso. Culebras de goma, arañas gigantes, sapos de mentira, güestias y esqueletos, colas de raposo, combas y yoyós, cordones de caucho de trenzar pulseras, cornetas, tambores, carracas y gaitas, siringas, panderos? Si cierro los ojos, aún veo a unos niños, felices, nerviosos, que dudan qué y cuánto elegir de tanto como hay colgado en los puestos.
(La Nueva España, 15-08-2012)
Las noches de agosto que mejor recuerdo. El cielo estrellado que apenas se aprecia con tantos chispazos. Banderas y música. Bombillas y bailes. Bengalas y tómbolas. Casetas del tiro. Camiones y chapas. Y el farol de gas del avellanero. Las horas de estío que más echo en falta. Limpias ilusiones que uno va añorando al hacerse viejo.
Pacita y Encarna, sentadas detrás de los molinillos que llevan hincados al borde del cesto. Ramón el de Grao, con su furgoneta. Ellos exponían, un año y otro año, todo lo que uno soñaba en los sueños. Colocaban cajas en medio del prado, en la zona llana, la pequeña mesa, la silla plegable y en un santiamén montaban el puesto. Goxas de avellanas, tostadas y crudas; cartuchos repletos de chufas y pipas, de cuanto existía en el mundo entero: tofes y ronchitos, cigarros, monedas que eran chocolate; regaliz en discos y barras del rojo y barras del negro, limones, naranjas, bolinas de anís de muchos colores dentro de sifones pequeños de plástico, camiones y coches, tractores, muñecos; palomitas, quicos, ganchitos ahumados con tocino y queso; bolsas de rosquillas con granos de sésamo, tetillas de monja, palotes, ositos, manzanas muy dulces cubiertas de escarcha y de caramelo.
Pistolas de corcho y con cartuchera, relojes redondos con brillantes números que alumbran a oscuras y en el minutero tienen animales que pasan calmosos, sin prisa, cual meses largos del invierno, lentos, taciturnos. Paracaidistas, dianas y cariocas, dardos, jabalinas, penachos de indio, cromos de vaqueros. Coches de carrera, cámaras de fotos, tortugas que andan con carretes de hilo, petardos y bombas que estallan muchísimo tan pronto las lanzas fuerte contra el suelo. Gafas y prismáticos que acercan las cosas y las ves de cerca por más que estén lejos. Navajas minúsculas, tiras refrescantes, teles con imágenes de santos y vírgenes, de playas y pueblos; golosinas, porras, bastones que saben a miel y a ciruela; cuernos y colmillos para los llaveros.
Almendras saladas y garrapiñadas, cacahuetes, chicles, flahses derretidos, silbatos de árbitro, guantes de boxeo. Pastillas de leche de burra, bolsas de aceitunas con relleno o hueso. Culebras de goma, arañas gigantes, sapos de mentira, güestias y esqueletos, colas de raposo, combas y yoyós, cordones de caucho de trenzar pulseras, cornetas, tambores, carracas y gaitas, siringas, panderos? Si cierro los ojos, aún veo a unos niños, felices, nerviosos, que dudan qué y cuánto elegir de tanto como hay colgado en los puestos.
(La Nueva España, 15-08-2012)
Para el arroz, necesitamos
- 1 llocantaru del Cantábrico, de 1 kilo y medio (bugre)
- 8 andariques grandes (nécoras)
- 1 cabeza de ajos
- 200 gramos de tomate triturado
- 3 cucharaditas de pimentón de buena calidad
- una hoja de laurel
- 2 litros y medio de caldo de pescado (un caldo preparado con restos de pescado, cabezas de langostino, azafrán en hebra y verduras, que dejamos hervir 12 minutos bien espumado, también podemos aprovechar el agua de cocer otros mariscos, bien colada))
- 1 kilo de arroz bomba
- aceite de oliva
- sal
Elaboración
Pelamos los ajos y los laminamos finos.
Cortamos el marisco. Les andariques al medio y el llocántaru en trozos. Recogemos todos los líquidos que sueltan.
Hervimos el caldo y lo mantenemos caliente.
A los que os guste el marisco, seguro que os presta. |
Merece la pena comprar este tipo de arroz para este plato. |
¡¡¡¡A disfrutar, con unes sidrines!!!!