Un plato muy rico. |
Un texto de A. G. Ovies:
La isla Barrosa, Bañugues, con la mina y temporal. Foto de Bárbara García. |
Las garras del tiempo brotan en los muros caídos, en las contraventanas que ya no se abren, en los altos caserones arruinados y en las sebes que tupen los caminos y en los esqueletos de las ermitas. En el silencio de las tardes y en los hierros que pudren en las escombreras. Todo es futuro pasado en los pueblos que persisten, aun sin vida. Se percibe en las paredes agrietadas, en las rosas confusas, en las veletas atragantadas y en las eras desiertas y en los pomares y en las paneras resentidas.
Las únicas imágenes de vida, en muchas ocasiones, son avisos de muerte, indicios de derrumbe, huellas de despedida: las chinchetas, la esquela en los postes de la luz, la ropa de un difunto que quema en una hoguera, el somier que se pudre en la antojana, el tendal derribado con unas cuantas pinzas, el gallinero solo, abandonado, un remolque entre zarzas, un bidón, una fuente, un armario, un establo, un canalón vencido, un pozo seco, unos gatos hambrientos, unas chapas partidas de uralita.
Nada de lo que fue. Si los muertos volvieran, echarían de menos a los niños, temprano, el canto de los gallos, el fruto de los árboles, el rumor de las cuadras, la voz del panadero, la mañana encendida. Preguntarían qué ha sido de la tienda, del chigre, de las horas de charla, de la fe, del local del barbero, del molino y de la harina. Preguntarían por qué nadie camina a ningún sitio, por qué nadie recoge la cosecha, por qué no hay animales en las cuadras, por qué nadie se da los buenos días, por qué todo se compra y nada se elabora, por qué no sabe nada a verdad de verdad, por qué nada perdura y todo se tira.
En los pueblos el tiempo es más sincero y más triste, sí, eso es cierto. Pero punzan profundo sus espinas. Uno se echa de menos a sí mismo, añora en cualquier parte su esencia y su linaje. Uno cruza los días y se asume perdido. Uno sale a la noche y todo, menos la luz de las estrellas, agoniza.
(La Nueva España, 3-10-2012)
Sin grasas. |
Para les fabes con mejillones y gambas necesitamos: (12 personas)
- 1 kilo de fabes asturianes de buena calidad
- 1 kilo de mejillones
- 1 kilo de gambas peladas (yo congeladas y descongeladas en la nevera desde la noche anterior)
- 1 cabeza de ajos
- dos cebollas
- un buen manojo de perejíl
- un vaso de vino blanco de buena calidad, para abrir los mejillones
- azafrán en hebra
- aceite de oliva
Elaboración:
Lo primero, preparamos los mejillones para descascarlos como en la receta de mejillones en salsa verde (pincha aquí). Reservamos los mejillones por un lado y el caldo resultante, bien colado por otro lado.
Pasado este tiempo de reposo, calentamos bien y servimos, bien calientes. |
Y un plato riquísimo. |
¡¡¡¡¡A disfrutar en la mesa!!!!!