La receta de hoy llegó a mis manos casualmente y gracias a Lourdes. Son unas 'bollinas' de aldea que hace su cuñada Oliva. Las preparé con natas de leche fresca, como la receta original, pero Lourdes las hace con nata comercializada, que es más asequible. También añadí un poco de sal y el rallo de limón. Os aseguro que están muy, muy ricas. Flotan al freír y no quedan nada aceitosas. Un auténtico lujo, garantizan una merienda o un buen desayuno de fin de semana.
Desde aquí, las gracias a Oliva, y decirle que es un honor poder contar con ella en este humilde blog.
Oliva Fernández, 'Cantarines', y José Luis Alonso, 'Tenislao', con la presidenta de El Pico, Esther García HOMENAJEADOS. Imagen de el Comercio. |
Os dejo un texto publicado recientemente en La Nueva España
Bañugues. Fotografía de mi amiga Nieves, del blog, Dulce y salado |
TODO EN SU SITIO, A. G. Ovies
Quién le diera a mi tierra lo que hubo en otro
tiempo. Suelos fértilesy amplios, sembrados por doquier. Maizales garbosos bajo
el calor de agosto, patatales extensos como el hambre de ahora, prados llenos
de gente con bálagos y carros y alegres cantinelas y hombres animosos y empuje
de mujer. Y meriendas campestres, después de la fatiga, con queso y dulce y pan
y tortillas jugosas y leche presa y miel. Quién le diera de nuevo la riqueza
robada: el ganado paciente, cuadras muy fructuosas, caserías boyantes, castaños
y robledos, pomaradas que olían a la palabra ayer. Casas propias, futuro, familias
numerosas con trabajo y abuelos y padres y allegados y una sencilla mesa que te
invite a comer.
Quién pudiera poblar de sabios pescadores sus playas
y sus costas –Ángel, Servando, Lolo, Falín, Honorio, Arturo, José Antonio,
Avelino, Quico el Pinto, Gabriel…–; quién cubrirlas de lanchas y aparejos y
faros, de boyas y de redes y hacerla ser de oro como un día lo fue. Esparcir su
abundancia por todos los concejos, recuperar caminos, renovar sus condados, injertar
su linaje, reconstruir sus ruinas, renombrar sus palacios, amasar su prosapia y
ponerlos en pie. Quién le restableciera sus montes recortados, sus riberas
raídas, sus predios afligidos, su paisaje impecable, desgastado de tanto
–gratuitamente en falso–, ceder y conceder.
Quién le diera sus alas y su soberanía y su
lengua de siempre, la que hablaron los nuestros, y su abolengo excelso y su
razón de ser. Quién avistara tanta magnitud y hermosura. Y advirtiera de pronto
sus vegas florecidas y sus arroyos húmedos, sus aldeas vivaces, encaladas y
sanas, con estiércol que ahumara frente a las antojanas y gallos que informaran
de cada amanecer. Con quintanas, paneras, ristras de suficiencia, tendales
esplendentes, filas y alegres corros en los patios de escuela, corros y multitudes
en romerías y en fiestas con pólvora y charangas, con ídolos y ramos, con ropa
nueva y fe.
Y que todo estuviera en su sitio, el de
entonces; el que merece aún esta región honesta: los mayores al mando, con su
edad y conciencia. La calma en la rutina, el horizonte enfrente, las estrellas
en lo alto, el agua ante la sed. Que todo mantuviera su entidad y su esencia;
que todo conservara su exactitud, su trino, su apariencia y verdad: la montaña
y el río, el helecho y la malva, el jilguero y la noche, el árbol y el apego,
la franqueza y el bien.
- 4 huevos
- 1 taza de nata
- 1 taza de azúcar
- 1 paquete de levadura tipo Royal
- harina, la necesaria para una masa similar a la de empanada
- pellizco de sal
- rallo de 1 limón
Elaboración:
Batimos bien los huevos con el pellizco de sal, añadimos el azúcar y el rallo de limón, volvemos a batir muy bien e incorporamos... |
la nata. Mezclamos bien. Ponemos un poco de harina, con la levadura y seguimos mezclando. Vamos incorporando poco a poco harina, hasta conseguir una masa que no se pegue a los dedos. |
Especialmente dedicadas a Josefina y su famila, desde su pueblín. |
¡¡¡Que vos presten!!!